Enseñar a compartir es un proceso gradual que requiere paciencia, empatía y mucho ejemplo por parte de los adultos. No se trata de forzar, sino de acompañar, proponer y valorar cada pequeño avance.
1. Comprender el momento evolutivo
Es importante saber que antes de los dos años la mayoría de los niños no están preparados para compartir de manera voluntaria. A esta edad, el juego es principalmente individual, y los objetos son una extensión de sí mismos. Forzarles a prestar sus juguetes puede generar frustración.
A partir de los tres años, los niños empiezan a interesarse más por los demás, aunque compartir sigue siendo un reto. Poco a poco, con paciencia y acompañamiento, pueden comenzar a entender la importancia de prestar y recibir.
2. Predicar con el ejemplo
Los niños aprenden mucho más por lo que ven que por lo que se les dice. Si compartes con ellos objetos cotidianos —un trozo de tu merienda, un bolígrafo, un espacio en el sofá— y verbalizas estos gestos («te comparto esto porque sé que te gusta»), estarás transmitiendo el valor de manera natural.
3. No obligar, sino motivar
Obligar a un niño a compartir puede generar rechazo o sensación de pérdida. Es mejor invitarle a hacerlo de manera positiva, por ejemplo en el parque: «¿Te gustaría dejarle este juguete a tu amigo para que juegue un rato?
4. Juegos cooperativos y actividades en grupo
Los juegos de equipo, los puzzles en grupo o las actividades donde todos participan con un objetivo común (como cocinar en familia) son una buena forma de enseñar a compartir sin presión, desde la diversión y la colaboración.
5. Valorar sus gestos generosos
Cada vez que un niño decide compartir o prestar algo de manera espontánea, es importante reconocerlo con una palabra amable o una sonrisa. Este refuerzo positivo le ayudará a identificar el compartir con una emoción buena.
6. Gestionar los conflictos con calma
Es natural que surjan disputas por juguetes u objetos. Ante estas situaciones, evita castigos o enfados inmediatos. Acompaña al niño a poner palabras a sus emociones: ¿Qué podemos hacer para que ambos estéis contentos?».
7. Respetar sus objetos especiales
Todos tenemos cosas a las que damos un valor especial. Es legítimo que haya algún juguete o peluche que tu hijo no quiera compartir. Respetar esto también es parte del aprendizaje de la generosidad: no todo tiene por qué ser compartido.
En conclusión, enseñar a compartir es un proceso gradual que requiere paciencia, empatía y mucho ejemplo por parte de los adultos. No se trata de forzar, sino de acompañar, proponer y valorar cada pequeño avance.
Sembrar hoy esta semilla hará que mañana tu hijo o hija sea una persona capaz de convivir, cooperar y cuidar a los demás. 🤝
Itxaso López
Técnica de familia