¿Sientes que tú hijo/a sólo quiere estar contigo? ¿No juega de forma autónoma? ¿Solicita tu atención de forma recurrente?
¿Qué podemos hacer en estos casos?
La realidad es que cada niño/a es un mundo y es difícil que las pautas o recomendaciones sean efectivas a todos por igual, pero si que hay claves de desarrollo que son comunes a todos nuestros niños/as pequeños.
A partir de que nuestro bebé comienza a caminar el mundo empieza a ser un terreno que explorar; van de aquí para allá buscando experiencias y exigiéndonos ir detrás de ellos para que no se hagan daño. Entonces la pregunta que nos planteamos cómo padres es, ¿hasta dónde puedo dejarle llegar?
Cuando limitamos el movimiento de nuestros pequeños por miedo a que caigan, tropiecen o se hagan daño también limitamos su capacidad de reacción, su propia autonomía.
Cómo decía Montessori “Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrollo”; el aprendizaje de un niño es un mecanismo que no para de desarrollarse. Cuando ayudamos a un niño a subir las escaleras hacia un tobogán en lugar de animarle cuando trata de hacerlo el sólo (siempre con la supervisión para evitar la caída), estamos limitando su capacidad de aprendizaje; evitamos que aprenda por si sólo que debe colocar el pie y peso correctamente, ayudándose de las manos, para no caer en la siguiente ocasión.
Lo mismo ocurre con las actividades diarias o los juegos educativos; si en lugar de dejar al niño servirse su propio vaso de agua, estirar las sábanas de su cama, equivocarse cuando realiza un puzzle por décima vez… intervenimos cómo adultos para evitar su frustración por no hacerlo de la manera correcta, estamos limitando su capacidad de aprendizaje, de gestión de emociones, de independencia.
¿Qué podemos hacer entonces para que nuestros niños pequeños sean más independientes?
A continuación de enumeran una serie de cuestiones que están a nuestra disposición para fomentar la autonomía e independencia de nuestros hijos/as:
- Promueve su iniciativa:
Cuando nuestro hijo quiere realizar actividades por iniciativa propia tenemos que acompañarle en el proceso; de esa manera sentirá que aprobamos su interés por algo nuevo y reforzaremos la idea de que sea él quien proponga la actividad a realizar.
Muchas veces se tratará de actividades o juegos que ha visto en la escuela o que ha visto que realizaban otros niños y niñas en el parque. Seguramente al principio sólo mostraba interés observando hasta que ha querido realizarlo por sí mismo y es en este momento cuando debemos reforzar su iniciativa, para que entienda que cómo adultos de referencia fomentamos las actividades que inicia él o ella sólo.
Debemos hacerle ver que aprobamos la actividad que está realizando “que interesante lo que estas haciendo; seguro que te sientes muy bien al realizar ese juego tú solo”
- Deja que se equivoque
Porque hacerlo mal también es parte de la vida. Cuando como adultos intervenimos en la actividad o juego que está realizando nuestro hijo para que no lo haga mal estamos robándole un gran aprendizaje, en esta vida no todo sale bien.
Es muy común que veamos a un niño jugar con la arena, que trata de hacer un castillo con un cubo, pero cuando va a meter la arena en el cubo se le cae fuera. Además, al dar la vuelta al cubo lo hace despacio y la arena no mantiene su forma por lo que el objetivo del castillo no se logra.
Si en este momento, en lugar de dejarle que se de cuenta de que debe calcular la distancia del cubo a la pala (desarrollo de la habilidad ojo-mano) o de que la velocidad con la que da la vuelta al cubo provoca que la forma del castillo sea más precisa, intervenimos y lo hacemos por él, le privaremos de aprender a él sólo; dando lugar a una dependencia al adulto, y limitando su autonomía ya que las próximas veces en lugar de intentarlo sólo nos pedirá ayuda para que lo hagamos nosotros primero.
- Refuerza sus logros
Importante es también reforzar los logros. Debemos recordar que para nuestros hijos nuestra opinión y valoración es muy importante y en muchas ocasiones sus acciones van encaminadas a buscar nuestra apropiación: “mamá, mira! “
Buscan que con nuestros gestos y nuestra atención aprobemos la acción o logro que acaban de realizar; por lo que reforzar a nuestros hijos cuando consiguen realizar una tarea por sí solos es la mejor forma de potenciar su repetición.
Cuando nuestro hijo ha conseguido hacer la cama sin ayuda, aunque sólo se haya limitado a estirar las sábanas, es importante que apreciemos su acto y lo reforcemos; con esto conseguiremos que día a día se esmere en seguir haciéndolo y con ello perfeccione su técnica.
Cómo adultos inmersos en el perfeccionismo y la rapidez en muchas ocasiones tendemos a destacar sólo que la actividad que han realizado no está correctamente: «te falta meter la sábana debajo del colchón” o “deja que ya lo hago yo que termino antes”; en lugar de dar importancia a la propia iniciativa. Sólo el hecho de que lo haya intentado es un logro en sí mismo.
- Acompaña en su frustración
La frustración de nuestros hijos es algo que en ocasiones queremos evitar; les vemos llorar, tristes, enfadados, y no nos gusta verles así. Entonces actuamos, les damos eso que tanto anhelan, les ayudamos en su intento de realizar el puzzle, les entretenemos con otra cosa para que el dolor, la frustración, termine cuanto antes.
Pero lo cierto es que este tipo de comportamiento hace todo menos ayudarles; la tolerancia a la frustración es algo que se aprende, que se entrena, a lo largo de la infancia.
Lo que podemos hacer cómo padres, cómo adultos de referencia es “acompañar”; validar sus emociones y animarles a que sigan intentándolo.
¡Recuerda!
Fomentar la autonomía y la independencia de nuestros hijos es un proceso enriquecedor y esencial para su desarrollo.
A través de pequeños pasos y apoyos estratégicos, podemos guiarles para que adquieran habilidades importantes y aprendan a enfrentar desafíos por sí mismos.
Al promover su iniciativa, permitir que se equivoquen, reforzar sus logros y acompañarles en su frustración, estamos sentando las bases para que se conviertan en personas seguras y capaces.
Recordemos siempre que nuestra tarea como padres es proporcionarles el espacio y la confianza necesarios para explorar y aprender de su entorno, convirtiéndose así en protagonistas activos de su propio crecimiento.
Mirella Torres
Técnica de familia