La educación de los hijos/as provoca muchas inseguridades y no pocas angustias a muchos progenitores o personas adultas a cargo🤷♀️
¿Lo estaré haciendo bien? ¿Debería haberle dejado o haberle castigado? ¿Me habré pasado de blando o de duro? ¿Cómo logro que me respete?
En ocasiones, resta presión a las personas adultas modular sus expectativas: en lugar de aspirar a hacerlo todo bien, plantearse no hacerlo mal y, sobre todo, evitar los errores que según algunas personas expertas son más dañinos a la hora de educar.
Algunos de estos errores son comunes y frecuentes, y se pueden modificar si se desea, puesto que en gran medida dependen de nuestros actos, y tenemos cierto control sobre ellos👍
A continuación, presentamos algunos de estos aspectos, únicamente con el objetivo de ser conscientes de ellos y tenerlos presentes en la medida de lo posible, puesto que de ese modo nuestra forma de educar puede mejorar con solo evitarlos:
1. Disparidad progenitores o adultos de referencia 👨👩👦👦
La falta de unidad de criterio entre las figuras de autoridad es uno de los grandes lastres para educar. No se trata de lograr acuerdos sobre todo, sino sobre algunos aspectos básicos (la importancia que se le da a los estudios, estar o no a favor del consumo de drogas, respetar o no la intimidad que representa una puerta cerrada en la habitación de nuestro/a hijo/a, etc.). Obviamente, para lograr evitar esta disparidad de criterios, no es suficiente con una sola de las partes, son necesarias todas las partes
2. Sobreproteger 🚨
Esto es, asumir como personas adultas muchas de las tareas de los hijos/as, que por edad y capacidad les corresponden a ellos/as: estudiar con ellos/as , disculparse con el profesorado, vestirlos, supervisar en exceso, etc.
3. Transmitir desprecio 🗣️
Este punto puede parecer claro , pero, aunque creamos que somos conscientes de él, es preciso analizar nuestra conducta verbal y no verbal de vez en cuando, para detectar posibles desprecios sutiles en nuestro tono, mirada, silencio, etc. Frases como “ya sabía que lo ibas a romper”, “eres idiota”, “pareces tonto”, “no vales para nada”, etc. es bueno evitarlas y sustituirlas por otro tipo de frases más constructivas.
4. Falta de continuidad 🤷♂️
Este es uno de los puntos que pueden ser más complicados de seguir. En ocasiones, cuando tenemos un mal día en el trabajo, nos damos cuenta de lo precario de nuestra economía, nos ha tocado la lotería o discutimos con una amistad o pareja, arrastramos un estado de ánimo que condiciona nuestras decisiones, dejándonos llevar sin querer por emociones positivas o negativas que hacen que tomemos decisiones educativas que cambian con demasiada frecuencia y que pueden llegar a confundir a quienes las reciben.
En otras ocasiones, nos sucede que dejamos de hacer cosas que nos dieron resultados positivos solo porque la situación ha mejorado, porque sin darnos cuenta nos hemos relajado. Evidentemente hay cosas que cambian porque la situación así lo pide (por ejemplo, no tratamos igual el horario de un niño pequeño que el de un adolescente. Pero hay aspectos que perduran en el tiempo, y siempre nos van a servir sin importar la edad, tales como el respeto, el afecto y los límites.
En conclusión, aunque educar a los hijos/as puede ser un desafío lleno de dudas y emociones encontradas, siendo conscientes de ciertos errores comunes y esforzándonos por evitarlos, podemos mejorar nuestra forma de educar🌱
Hay que aceptar que no siempre lo haremos perfecto, pero vamos paso a paso hacia una crianza más sana y equilibrada.
Si quieres conocer otros aspectos a evitar y reflexionar luego sobre ellos, siempre puedes contar con nuestro Equipo SAF 🙌.
Daniel Rodríguez
Técnico de familia